
Un padre introvertido
La crianza de los hijos, cuando se aborda con dedicación y consciencia, es una tarea extremadamente desafiante, y para aquellos de nosotros que somos introvertidos, a veces puede resultar realmente abrumadora. Las pequeñas personitas, como es mi hijo, demandan atención de manera constante, lo cual, sumado a las situaciones sociales y exigencias de pareja, junto con el constante flujo de ruido que contiene el día a día, crea un entorno donde encontrar momentos de tranquilidad se convierte en un auténtico desafío. Como decía Charles Bukowski: «La gente me vacía. Tengo que alejarme para recargar». Introvertido o no, un buen padre es autoconciente. Es necesario un poco de examen de conciencia y algún intento y error, pero cuanto más aprendemos sobre nosotros mismos, menos tenemos que luchar contra las expectativas artificiales sobre lo que debe ser la paternidad. Aprovecha y haz bien. Es bueno para mí conocer mis límites, qué hago bien, cuándo necesito de espacio y dónde necesito mejorar. De esa forma, se pueden marcar límites saludables. Eso no es egoísmo, es el primer paso para ser buenos padres.
Ahora, hablemos un poco sobre lo que significa ser introvertido. Es un error común asumir que todos los introvertidos son tímidos o incómodos en situaciones sociales. En realidad, podemos ser seguros de nosotros mismos, conversadores e incluso el alma de la fiesta. La diferencia radica en que necesitamos suficiente tiempo de inactividad para poder destacar publicamente. Sin ese tiempo para recargar nuestras energías, podemos sentirnos fácilmente cansados y saturados. La ciencia respalda esto, mostrando que los introvertidos son más sensibles a la sobreestimulación. Recibimos más información de nuestro entorno y necesitamos momentos a solas para procesarla. Mientras que a los extrovertidos les encanta la energía de un ambiente ruidoso y sociable, nosotros disfrutamos y nos enriquecemos más al mirar hacia adentro y reflexionar sobre nuestros sentimientos internos. Un claro ejemplo de ello es mi libro «Te Necesito«.
Si eres introvertido, presta atención porque hay algo que debes saber: ser introvertido no es una etiqueta que utilizan para hacerte sentir mal, sino una fortaleza que puede ayudarte a comprender tus propias virtudes y tu personalidad innata. El autoentendimiento facilita la labor de ser padres con amor. No implica que los extrovertidos carezcan de las fortalezas o habilidades que mencionaré a continuación, pero para los padres introvertidos puede resultar más sencillo aprovechar estas características. Seamos realistas, ser padres es el trabajo más difícil que existe y, para generar un impacto positivo, debemos aprovechar y utilizar de manera efectiva las particularidades específicas de cada hijo. En lugar de tratar a todos los hijos de la misma manera, los introvertidos reconocemos y valoramos las diferencias individuales, adaptando nuestro enfoque y apoyo según las necesidades únicas de cada uno.
La primera gran fortaleza de los padres introvertidos es que comprenden y aprecian el temperamento de sus hijos, reconociendo que cada niño tiene su propia personalidad única. Esta capacidad de los padres introvertidos para sintonizar con la individualidad de sus hijos es fundamental para construir conexiones sólidas y comprensivas en la relación. Demasiadas veces nos dicen que lo «normal» es seguir ciertos estándares o pautas predefinidas en la crianza de los hijos. Sin embargo, nuestra fortaleza radica en desafiar esas expectativas y reconocer que no hay un solo camino correcto para criar a los hijos. La afirmación de que «lo normal es…» limita la diversidad de personalidades y necesidades que existen en cada niño.
Debido a que los hombres introvertidos, como es mi caso, probablemente crecieron con la expectativa de ser extrovertidos y sociables, es probable que no arrastren a sus hijos a un millón de actividades. Es más probable que su actitud sea: «¿Quieres leer en tu habitación? Está bien. ¿No tienes ganas de participar en varios clubes o deportes después de la escuela? Por mí está bien.» Una de las diferencias que tengo con la madre de mi hijo con respecto a la crianza es que ella siempre quiere llevar al niño a lugares ruidosos y relaciones sociales intensas; ella es una persona bastante extrovertida. Soy un observador y siempre me estoy cuestionando las decisiones que toma mi hijo. Cuando el niño no se quiere vestir, ¿es porque no se quiere vestir o no quiere salir? Es una pregunta que me hago a menudo, tratando de comprender las necesidades y preferencias de mi hijo en diferentes situaciones.
Los padres a veces interpretamos las rabietas de los niños como comportamientos sin razón aparente, pero detrás de esas reacciones puede haber un trasfondo emocional o necesidades no satisfechas. Los niños, especialmente en etapas tempranas, como es el caso de mi hijo, pueden tener dificultades para expresar sus emociones o comunicar lo que realmente les está molestando. Es fundamental que los padres intentemos comprender las posibles razones detrás de las rabietas y proporcionar un ambiente donde los niños se sientan seguros para expresar sus emociones. No ha sido solo una vez que he tenido que decirle a mi hijo: «¿Por qué no se lo dices también a mamá?»
¿Es normal que los niños pasen tiempo con sus abuelos? Puede ser. No sé si es normal, pero a mi hijo no le gusta. ¿Es normal que a los niños les guste sentarse en la rodilla de los Reyes Magos o Papá Noel? Puede ser, pero a mi hijo no le gusta. A veces se me acusa por pensar esto y defenderlo, ser «protector», «blandito» o complaciente con mi hijo por pensar así y defenderlo. Lo que no comprenden es que esos adjetivos que me ponen no es necesariamente negativo; al contrario, es una muestra de respeto por sus necesidades individuales. ¿Tiene dependencia hacia el padre? Creo que la pregunta correcta que las personas deberían hacerse es ¿Estoy haciendo lo correcto? Las personas introvertidas, al ser más conscientes de las sutilezas emocionales, tienden a valorar la importancia de proporcionar a sus hijos un espacio donde se sientan seguros y respetados.
Es bastante documentado que la sobreestimulación en los niños es perjudicial. Los padres introvertidos pueden utilizar su propio conocimiento sobre cómo se siente estar sobreestimulado para detectar signos de un colapso inminente en sus hijos. Dedicar tiempo para que intenten jugar solos o participar en actividades tranquilas y no estimulantes, como pasear por la naturaleza, correr, jugar con la arena o el agua, es una forma de proporcionarles un espacio más calmado y menos saturado. A veces, me siento mal por fomentar el juego solitario o por decirle «Hugo, date una vuelta mientras me bebo el café». Como introvertido, necesito ese tiempo para mí mismo y sé que los niños también se benefician de tener momentos de tranquilidad y juegos independientes.
Un padre introvertido puede estar en una situación, mirarla desde múltiples ángulos, pensar hasta el final y llegar a un plan de acción razonable. ¿Sabes quién no hace eso muy bien? Un niño de 3 años. Me esfuerzo por enseñarle sobre la importancia de la tranquilidad y el respeto por las necesidades de cada uno. Trabajo duro para asegurarme de que mi hijo comprenda que está bien que él o papá busquen momentos de soledad para tomar un café o mirar por la terraza al horizonte. Este esfuerzo tiene como objetivo fomentar la sensibilidad y el respeto por las necesidades individuales de cada persona.
Por lo tanto, no intentes ser lo que no eres. Como padres, no podemos dar lo que no tenemos, y si queremos proporcionar autoconfianza, autenticidad y una vida feliz a nuestros hijos, entonces necesitamos poseer verdaderamente esas cualidades en nosotros mismos y no agotarnos en el proceso. Sé tú mismo, y tu hijo te amará por lo que eres. No te sientas culpable y no te compares con un padre extrovertido que entrena a un equipo o con una madre que organiza fiestas de cumpleaños perfectas. Los introvertidos tienden a criticarse a sí mismos con frecuencia, pero esto solo conduce a un ciclo de ansiedad y a sentirse inadecuado. Créeme, tus hijos aprenderán a amar tu singularidad, te lo prometo. Todo esto es mi perspectiva.
Finalmente, si estás interesado en profundizar más sobre este tema, te recomiendo dos libros, uno más académico como es «El poder de los introvertidos: en un mundo incapaz de callarse» de Susan Cain y otro más personal como es «Soy introvertido ¿Y qué?» de Steve Allen. Estas lecturas a menudo se convierten en un paseo por nuestras conversaciones mentales. Es curioso cómo leer conclusiones escritas por otros puede generar una sensación de tranquilidad y alivio. En mi opinión, estos libros logran perfectamente su objetivo de motivar y documentar, presentando diversas perspectivas sobre la forma de ser introvertida de manera amena, sin perderse en tecnicismos y con una técnica narrativa efectiva que combina información y conceptos con ejemplos de personas y casos reales. Además de brindar recomendaciones a los introvertidos sobre cómo potenciar sus capacidades en el mundo actual, donde prevalece el ideal extrovertido, creo que estos libros fomentan la reflexión en los lectores sobre cómo ver el mundo desde una perspectiva nueva basada en el ecosistema de personalidades diferentes que poseemos y que nos complementan como especie. Nos invitan a darnos cuenta de que solo a través del conocimiento podemos aprovechar al máximo nuestras fortalezas individuales y construir una sociedad que valore y respete la diversidad.