La verdad sobre la mentira – Parte 1
Reconocer la mentira en una sociedad que la ha normalizado es un desafío innegable. ¿Hay un mentiroso dentro de cada persona? Según la psicóloga social norteamericana Bella DePaulo de la universidad de Harvard, acreedora de varios premios por sus importantes investigaciones en el campo de la psicología del engaño y detección del mismo, afirma en su libro “Cómo y Porqué Mentimos” que “nos mienten entre 10 y 200 veces en un solo día”. Nos resulta mucho más fácil señalar con el dedo a los demás que a nosotros mismos. Por ejemplo, cuando leemos sobre escándalos políticos, o nos cuentan algo que alguien ha dicho o hecho, nuestro comentario normalmente es “ella, él o ellos son mentirosos” ¿no? A veces puedes pensar o creer que tu mentira es una mentira inofensiva y que todo lo que estás haciendo es decir con otras palabras la verdad. No importa cómo trates de justificarla, la verdad es, si somos honestos, que en algún momento casi todos mentimos en algún grado, en cualquier nivel, en cualquier plataforma o foro.
No se trata solo de “aquellos” que ocupan los titulares, sino también de ti. Intenta conscientemente por un día escucharte y observarte a ti mismo y apuesto a que verás y escucharás con qué frecuencia mentiste solo ese día, habiendo sido deshonesto no solo con los demás, sino también contigo mismo. Lo cierto es que todos hemos mentido en algún momento de nuestra vida. Entonces, mientras señalamos con el dedo y juzgamos a los demás, reconozcamos también nuestras propias mentiras y la magnitud que pueden ser durante el día. Trabaja en entrenarte para no hacerlo, aunque tal vez sea más fácil decirlo que hacerlo. Pero, ¿no preferirías ser honesto contigo mismo y sentirte mucho más feliz y en paz, tratando los problemas con honestidad en lugar de culpar alegremente a alguien más, ya sea un amigo, un compañero de trabajo, el gobierno, tu novio, tu novia, tu pareja, o incluso los medios de comunicación para el caso? Solo se trata de un poco de alimento para el pensamiento crítico.
Todas las pequeñas mentiras que llenan nuestros días, como por ejemplo, cuando le dices a tu pareja que estás de camino a casa, cuando en realidad todavía estás trabajando o atrapado en el tráfico, cuando en realidad está tomando una cerveza rápida con tus amigos. Tal vez le dices a tu amigo que estás comiendo sano cuando en realidad no lo es. O podría ser que le digas a alguien que intentaste llamarlo por teléfono, pero la verdad es que elegiste un momento en el que sabías que no estaría disponible para atender la llamada. Si has estado en la línea de salida de una carrera, ¿cuántas mentiras se pueden oír?. Inofensivas, se podría decir, ¿verdad? ¿Pero lo son? Mentir genera problemas tanto emocionales como físicos. Muchas veces los problemas se alimentan entre sí, pero resulta que la mayoría de las veces es una combinación de ambos. Esto termina siendo bastante agotador, ya que ahora sentimos la obligación de alimentar un ciclo de mentiras que se vuelven más difíciles de seguir; por lo tanto, nos lleva a una exposición prolongada de estrés y como consecuencia, posibles problemas de salud graves.
Cuando se miente para evitar lidiar con las emociones y los problemas, solo está permitiendo que ocurran los mismos problemas y empeoren, lo que genera más trabajo emocional que, a su vez, podría hacer que se sienta ansioso y posiblemente deprimido. Varias preguntas, ¿te sientes bien contigo mismo y te gusta lo que ves en el espejo? ¿Has llegado al punto de una autoestima destrozada? La verdad es que mentir es solo la opción que elegimos para una salida fácil en muchos casos. Las mentiras pueden crear una distancia, a veces irreparable, entre nosotros y la otra persona y, en el peor de los casos, con nosotros mismos. Todas las mentiras, pequeñas o no, incluidas las que escondes, dañan tu confianza y tu salud cuando se trata de ser honesto. Ser sincero se trata de lo que crees, piensas y consideras que vale la pena decir.
¿Los padres enseñan a los niños a mentir? Sí. Continuará.